sábado, 7 de junio de 2014

Leche de oveja. Fácil de digerir y deliciosa al paladar

 

         Hasta hace poco el consumo de leche de vaca, era un dogma de fe. Nadie discutía las bondades de un producto, que era unánimemente aplaudido por la comunidad médica. La leche de vaca quedo pues como una bebida obligatoria e insustituible. Los países que no la tomaban eran considerados como tercermundistas, mientras que las naciones más desarrolladas: Países escandinavos, junto a Estados Unidos e Inglaterra eran los máximos consumidores.

         Hoy en día, sabemos que la leche de vaca, no es precisamente esa fuente inagotable de salud que se nos ha vendido durante tanto tiempo. Por supuesto que contiene proteínas y vitaminas en gran cantidad, pero también muchos inconvenientes, entre ellos estimular la secreción de mucosidades en el tracto digestivo y respiratorio. Eso no sucede con todas las razas, pero las que proporcionan la leche que consumimos habitualmente: La Frisona y la Holstein, sí.  ¿Por qué entonces las emplean los ganaderos? Porque dan mayor cantidad de leche que otras razas.

         Lo cierto es que el consumo de la leche de vaca es muy reciente en nuestro país. Sería en el siglo XX cuando poco a poco se iría introduciendo en nuestra dieta. Porque la leche que tradicionalmente se utilizaba en la cuenca mediterránea era la de cabra y sobre todo la de oveja. Estamos hablando de unos usos alimentarios que se remontan a más de dos mil años. Pero de repente se produce un hecho que va a cambiar la historia. La poca durabilidad de la leche, que se descomponía con su traslado, daba lugar a enfermedades tan terribles como la tuberculosis, la difteria y la polio. La solución era un proceso llamado “Pasteurización” que sometía a la leche a altas temperaturas, permitiendo que su consumo no fuera tan inmediato. Luego llegó otro avance “La esterilización” que elevaba todavía más la temperatura, permitiendo que durara meses. El problema de las leches con alto contenido en proteínas como la de cabra y oveja, era que estas proteínas al someterlas al proceso se precipitaban, no siendo aptas para el consumo. Así que a partir de entonces ese tipo de leches se utilizó sólo para quesos, cuajadas y otros derivados lácteos, siendo la leche de vaca la única que se comercializaba  para beber.
Con el paso del tiempo, fuimos comprobando como para muchos de nosotros la leche se nos hacía indigesta. Entonces fue cuando surgieron numerosos estudios científicos que nos daban la razón. A raíz de eso, empezó a promocionarse la leche de soja como alternativa, no solo para los que tenían intolerancia a la lactosa, sino para los que nos resultaba la leche de vaca molesta en nuestra digestión.
         La probé y sinceramente no me gustó. Ahora no estoy hablando de las propiedades beneficiosas, me refiero desde un punto de vista culinario. Su sabor dulzón no me parecía un buen acompañante para el café del desayuno. Un día en las estanterías del supermercado, encontré un producto que me cautivó desde el primer momento, la leche de oveja. Había probado anteriormente la de cabra que me desagradó por su fuerte sabor y olor. Pensé que en este caso me pasaría lo mismo, pero todo lo contrario. Su sabor era más suave que la leche de vaca y pronto descubrí que se digería mucho mejor.
         Es un producto relativamente nuevo, que lleva pocos años en el mercado. Expertos de la universidad de Santiago y de leche Gaza, lograron un método que conseguía esterilizar la leche de oveja y que sea así de fácil acceso para todos. Además de ser más digerible tiene otros factores a su favor, el primero ya os he dicho es su delicioso sabor, ideal para hacer cuajadas, una cremosa bechamel o para acompañar un buen café expresso. Luego sus propiedades que son muchas, la principal el calcio, que es el mayor motivo por el que bebemos leche. La leche de oveja tiene un sesenta por ciento más de calcio que la de vaca, pero además cuenta con unos aportes vitamínicos y nutrientes fantástico. En el enlace que viene al final de la entrada, podéis encontrar una información amplísima sobre todo esto. La leche de oveja que yo conozco se llama Gaza, está parcialmente desnatada por lo que su contenido en grasa es bajo y se encuentra en prácticamente todos los supermercados y grandes superficies.
         Como podéis imaginar esta leche es más cara que otra. Por pura lógica sabéis que una oveja produce mucha menos leche que una vaca. Pero la mayoría de leches de vaca con procedencia certificada, son caras. Las más asequibles provienen de mil y un orígenes algunos de ellos no muy aconsejables. Yo acabo de comprar la leche en Eroski y su precio me ha parecido muy competitivo, un euro con veinticinco céntimos. Os aconsejo que probéis este producto que une la mejora para nuestro organismo, con el placer de poder degustarlo.
 
Para saber más:

No hay comentarios:

Publicar un comentario